Noruega enblakecida: el histérico fenómeno del black metal

Aquí hay chavos regueseros que le ponen sabor al caldo con ropa de manta y batik, mientras que los new ravers comen traviesos sus lolipops con extasis. Los emos de copetes largos color rosa encendido se debaten entre la futilidad y la superficialidad, y poquitos pero también, que los góticos, que los darketos, que los hiphopers… todos creen tener la contrapropuesta ganadora que los liberará de la alienación del mundo que los rodea, encapsulada en su utopía de Mtv forjada en largas horas de buscar pertenencia frente al televisor,  y complementada con una filosofía barata  hecha moda en las bodegas de la  Calle Obregón; una identidad y un compromiso que dura mientras no llega la necesidad disfrazada de madures forzada, porque ya después casi todos o se aclimatan a la vida del laboro,  o se entregan a hacer sus grises vidas en matrimonios forzados por un embarazo no planeado.

Y la verdad es que todo esto está bien, porque podrían estar más enojados debido a que el sol no sale, como en Noruega, en donde los chicos descendientes de los vikingos, desde hace un par de décadas han hecho florecer, o más bien han hecho marchitar, una violenta subcultura juvenil ataviada con capa de black metal, primero como un movimiento de enojo adolescente con no más folclor que un discurso influenciado por cultos paganos, pero que después salió de control y en su momento más rabioso, quemó viejas iglesias en el campo, profanó cementerios y e inclusive llegó a cometer asesinatos.

Este movimiento fue documentado por Peter Beste (http://www.peterbeste.com/blog/blog.html) durante ocho años con las congregaciones de esta naturaleza  en Noruega, durante mucho tiempo de forma clandestina. Después, siguió uno de los casos más dramáticos, el del vocalista de Gorgoroth condenado a prisión, culpable de torturar a dos de sus fans a quienes obligó a beber de su propia sangre impía.

Éste documental se puede ver en la página de morbosas e interesantísimas historias  de la revista canadiense Vice  (http://www.vbs.tv/shows.php?show=1072), y ciertamente  puede ser que sus majestades macho-cabrías aparenten hablar desde otro submundo sórdido e hiperviolento uno en donde las almas atormentadas imploran por piedad… puede que otros hayan podido perder la cordura y conducir al suicidio a sus escuchas por medio de misas negras producidas en sonido HD y distribuidas por los grandes corporativos de la industria musical, pero  aún así,  las enrevistas presentadas en este documental muestran en más de una ocasión  una opinión profunda de significados añejos, nada improvisados, de un personaje que como Zaratustra lo deja todo frente al ocaso de Dios: «mientras las leyes de la naturaleza no rijan sobre la naturaleza, la imagen del rey y del esclavo siempre van a existir».

Al final del documento, frente a una pregunta equivocada del entrevistador, el silencio inmóvil de nuestro Gorgoroth es abasallador (tal vez sólo por esta imagen valdría la pena ver el video): casi tres minutos sin parpadear siquiera, inmersio sabe Dios en qué profundos y obscuros pensamientos…  y después, esa mirada que hiela los huesos y el alma.

Una interesante documentación de una filosofía ancestral que niega crónicamente a la religión institucionalizada, y que apuesta por el hombre en el hombre mismo. Suban el volumen de este estridente y virtuoso metal negro que por cierto… es de los buenos 🙂

Pantallas y paredes como lienzos (vínculos entre arte urbano y tecnología)

En el 2005 un reconocido teórico de la universidad de Chicago, Thomas P. Hughes, publicó un libro sobre la historia de la tecnología1, en el que reflexionaba acerca de que ésta no tenía necesariamente que ver con el desarrollo de artefactos, sino que principalmente, por las estructuras que su manera de operar habían incorporado a las dinámicas sociales, su función era más la de otorgar una valiosa aportación a la modificación de manera creativa y novedosa, de los actos que la gente realizaba para relacionarse con su entorno y transformarlo.

Uno de los ejemplos más claros de este hecho ha sido, desde finales del siglo pasado en donde ni el conocimiento ni el arte eran ya propiedad exclusiva de grupos privilegiados, la simbiosis entre tecnología y vida cotidiana cada vez más evidente, la cual genera con su lógica operativa mucho más que máquinas enajenadoras o electrodomésticos imbéciles,  y se convierte en sustento y plataforma para el desenvolvimiento de expresiones artísticas que modifican la comprensión que tenemos de nuestro entorno y la manera en que nos relacionamos con él.

La tecnología, además de soportar y difundir las expresiones artísticas surgidas de los contextos urbanos, es inspiradora y gran responsable de la deconstrucción y reinterpretación estética de estos espacios colectivos en todo el planeta, en donde desde taggers de secundaria hasta grafiteros elaborados y artistas conceptuales que intervienen la ciudad, establecen con esta tecnología vínculos además de “uso”, también de  “operatividad”. Las maneras en que los se vinculan en los pequeños espacios tecnológicos de la vida cotidiana (cybercafes o la compu armada en la sala del cantón), y la manera en que ellos recrean esa realidad virtual, se reproduce en la calle a sólo unos pasos, operando también en ésta como en un  sistema al que han desarrollado la capacidad de vigilar, burlar y reconfigurar, cada vez de una manera más explícita y generalizada. Una tecnología que operativiza la acción directa y la intervención de las ciudades, a partir de sus formatos propios en una labor de  “desestabilización y reinterpretación” de los sistemas estéticos y colectivos de las urbes.

Un lenguaje para las calles del mundo. 
Hace ya más de quince años, cuando comenzaban a aparecer las primeras placas en la ciudad, encontraba en ellas una expresión sensible, elaborada y atractiva, llena de trazos libres pero equilibrados que me hacían experimentar el gusto que se siente frente a las cosas bellas. Con los años, esta sensibilidad me creció cuando me vi en películas y revistas que las placas del barrio de Santa Tere,  las de las fabelas en Brasil,  las de Alvarado Street en California, las de las cités en Francia y las de las calles del ghetto sudafricano por mencionar cualquier lugar del mundo, eran técnicamente las mismas: compartían un mismo código que sólo sus hacedores entendían, echo de trazos similares, a pesar de que sus lenguas o culturas no lo fueran; con técnicas muy parecidas, mientras que su temática y sus caligrafías desarrollaban las mismas mañas, y por otro lado generaban sus especializaciones, incorporando elementos de las culturas locales y creando así una especie de esperanto2 universal que compartían en lo que hasta entonces entendí, significaba ese término de la “aldea global”.

Era una perfecta metáfora: se trataba de personalizar a través de hacerse presentes en los muros de la ciudad, a una estructura que en sí misma era despersonalizadora, gris y de producto en serie, marcando de esta forma en todo el planeta una pequeña herida que le diera la identidad que los actores sociales, con premisas y filosofías diversas, coincidían en querer adjudicarle como una manera de reivindicar a los sectores que de alguna forma en todo el orbe, estaban siendo sitemáticamente relegados. Al principio quienes plaqueaban eran los disidentes, los activistas, los homosexuales, los punks y los miembros de cualquier otro movimiento libertario, y ya después, mucho tiempo después, lo hicieron todos los adolescentes que no eran ninguna de estas cosas  pero que finalmente experimentaban las mismas reacciones frente a contextos tan similares. 

Las placas por un lado, eran expresiones “artísticas” con todas las de la ley si consideramos que éstas son, en el principio de su definición, una expresión abstracta de la cultura que busca imitar la realidad, no necesariamente en concordancia con la cultura homogénea que oficializa todo lo demás. Por otro lado, representaban una denuncia contra valores tan modernos como los de  apropiarse impunemente de los espacios cuya naturaleza es evidentemente pública (y esto se lo debería decir alguien al candidatito ese de la FEG que borra piezas de arte urbano por poner sus panfletos electorales), o estar tan encima de todo y todos, como para dictaminar  qué es lo bonito y qué es una travesura… qué pared se pinta y cuál no. 
Su desafío pretendía otorgar una personalidad a los espacios que consideraban “de todos”, por medio de una punzada no muy dolorosa pero si  incómoda, que expresaba la necesidad tan similar de hacerse escuchar por un mundo que se obstinaba en silenciar.

La revolución de los niños.
Hace quince años cuando comenzaron a aparecer las primeras placas, no podía comprender cómo era posible que una expresión tan marginal, tan de la calle y tan corriente según la censura de mi mamá, estableciera esas complejas redes no sólo de información sino también de organización y acción directa, que a esa edad a mi sólo se me ocurrían como telequinéticas… no entendía cómo era que todas las calles del mundo estaban sudando la misma tina.

Las compus llegaron con algunos años de retraso a Guadalajara. Entonces no teníamos la capacidad de ver la relación que establecería todo este movimiento de tomar las calles y hacer arte en sus paredes, con la tecnología que cada día se instauraba más en la vida de las clases medias primero, de las masas después. Eso me lo enseñó un camarada que había leído este artículo de wired en donde hablaban sobre los chicos a quienes ahora les tocaba el turno de hacer su revolución. Así como a las mujeres, a los indios, a los negros, a los homosexuales y a cualquier otra minoría les había llegado a lo largo del siglo pasado su momento de reivindicarse frente a una sociedad necesariamente cada vez más inclusiva, así ahora los adolescentes, el último grupo marginal, tenía su oportunidad para hacerse escuchar. A través de las plataformas tecnológicas, morros de 16 rompían los códigos de seguridad del pentágono y del federal bureau of investigation, desestabilizaban los mercados bursátiles y las plataformas financieras del mundo, creaban empresas fantasmas, cometían fraudes millonarios y todo, con la misma sencillez pero entrega obsesiva con la que compartían videojuegos, pornografía y muchos de ellos, hacían sus trazos frente al ordenador.

Así también en las pequeñas y pretenciosas ciudades del tercer mundo,  y de todo el mundo, primero con correos electrónicos y luego ya con sitios webs, blogs, comunidades virtuales y sistemas de mensajería instantáneos, los muchachos se daban cuenta del movimiento de arte en las calles que ebullía en todo el planeta y se sumaban a él, tomando referencias, desarrollando su propia cultura y retroalimentando ese mismo espacio “virtual” que era en donde la revolución de las calles, en verdad se estaba gestando.

Al igual que penetraban los redes computacionales y establecían nuevos órdenes, de la misma manera lo estaban haciéndolo con las calles. “Las ciudades eran el sistema, el código estaba formado por paredes, vías de circulación, coches, edificios, tráfico, policías, gente… y los artistas urbanos  por medio de su trabajo estaban ofreciendo un alterado de este contexto: una versión actualizada de la ciudad, del sistema”.
Aquí estaba la respuesta: esta era la manera en que se enteraban los muchachos de todo el mundo de lo que estaban haciendo los muchachos del resto del mundo. Compartían su trabajo, sus experiencias, y hasta sus vidas.  Y todo estaba en la red.

Lo que comenzó con una placa.
Hace quince años cuando comenzaron a surgir las primeras rayas, la emoción y la forma de vida implícitas en su realización motivaron a los chicos que las hicieron aparecer en  paredes de edificios, bardas abandonadas, anuncios espectaculares, monumentos, bancos, casas, señalamientos viales y lugares cada vez más impensados. Pero a pesar de que eran obras de la tecnología las que conectaban a esta gran tribu mediática y le daban su carácter global como expresión artística, todavía no quedaba del todo clara la relación de arte de las calles y la evolución de las aplicaciones pragmáticas del conocimiento científico.

A pesar de ello el mundo seguía su ritmo y los muchachos que rayaban paredes crecieron; algunos de ellos se hicieron artistas o fueron a la universidad: se convirtieron en diseñadores, creadores plásticos, arquitectos o pintores. Fue así como llevaron las raíces de su trabajo más allá, ya fuera legal o ilegalmente, y enriquecieron, a su vez enriquecidos por el fuerte movimiento a nivel mundial que cada día derribaba más fronteras, la escena local. En nuestra ciudad hay muchos ejemplos de estos.  Evolucionaron su técnica y la llevaron al grafiti, los pósters, la placa, el mural,  el sticker, los sténciles, la instalación y el arte objeto. A una plataforma de expresión  sólida que se convertía en un pulso tangible de la actividad creativa en las ciudades, y de su capacidad para modificar el espacio.

Frente a escenarios en donde la única constante es el cambio, en donde la transformación es lo único que mantiene vivos y vibrantes estos espacios para sus habitantes, el arte da paso a lo fortuito: la ciudad impersonal se convierte en un espacio que se puede adecuar a la estética que genera su propio contexto, identificándose con el paisaje cotidiano e incorporándose con gran naturalidad a las calles las cuales utiliza como su gran bastidor, y a sus eventos y desórdenes como fuente de inspiración.

Con la intención ya anunciada por los teóricos y críticos postmodernos de sacar el arte de los museos y regresarlo a su lugar de origen, esto es, a las calles, los nuevos artistas han seguido  replanteando día con día la estética urbana y el acceso público a las manifestaciones creativas. Su trabajo está mostrando una tendencia: las interfaces tienden a desaparecer. Interface es todo lo que nos conecta al universo virtual. En última instancia el cuerpo humano se está convirtiendo en la interfase para que las calles y las rutas de la web, enseñen los mismos trazos y colores. Finalmente no es algo nuestro, tiene que ver con las pantallas y paredes como lienzos  de un momento que cada día se replantea y transforma, mezclando los mundos de la realidad  como la conocemos hasta el día de hoy, y el surgimiento de un nuevo universo al que bien podríamos migrar, de las calles, al espacio virtual soportado por la tecnología.

Publicado por Mátika, revista electrónica www.matikarevista.com

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omnipotente

El cyberpunk, la ciencia ficción y los futuristas materialistas, están seguros que un muy probable estadío para la evolución de la conciencia humana, podría bien tomar su lugar en el universo de la red: dentro de un servidor gigantezco ya bien como la colmenta tétrica de la Matrix, en donde lo que vivimos es sólo la proyección de un software. Aún así, sin haber llegado todavía a este radical salto del plano dimensional en el que creamos nuestra realidad, la restructuración del orden social tiene diferentes maneras y formas de establecer vínculos que determinan nuevamente las esferas que conforman nuestro ser social.

Aquí, en este espacio, podemos ser ominipotentes. Aquí un mexicano oficinista frustrado es tras la máscara de la red un jóven fresco y arrojado, donde se puede elegir el género, virtualmente yo puedo ser tan mujer como quiera, o inclusive tengo la alternativa de no tener sexo. Es así que puede cautivar a una princesa valquiria haciéndola creer que es algo distinto a lo que en el plano de la realidad es: y esque la existencia virtual le da esa oportunidad, la de ser alguien diferente, como quien en verdad quisiera ser.

Aquel axioma de que la información es poder, nunca había tenido tanto sentido como ahora. Ahora que el atractivo está en la palabra escrita, en la conexión, ahora que la habilidad que se requiere es la de proyectar más que la de ser: el claro axioma posmoderno cobra vida y el hecho de que la forma sea el mensaje tiene más validez que nunca.

Aunque esto no tenga que ser necesariamente así. En la serie de televisión de Ghost in the Shell, en uno de los capítulos, estos pequeños tánques inteligentes y asesinos con personalidad de niños, discuten sobre su naturaleza a diferencia de la de los humanos, quienes cada día usan más implantes de harware en su cuerpo y cada vez se asemejan más a una máquina, que a un humano. Por eso concluyen que ellos no han sido creados con forma humanoide, porque ellos a su vez elaboran procesos mentales más elaborados que los acercan a esa naturaleza humana. Comienzan a comprender su humor, descubren el uso de recursos literarios en su lenguaje,  como las metáforas para hacer poesía, e inclusive establecen una muy interesante analogía entre el concepto filosófico y al mismo tiempo operativo de «Dios», y para ellos el «Cero»

Entonces los conceptos de realidad, verdad, vida, humanidad, todos toman nuevos significados. entre más desaparecen las interfaces (todo aquel hardware intermediario que concecta nuestra conciencia al universo de la red), y desaparecer es su tendencia, más somos una cosa distinta a la que somos en el universo tridimencional que habitan nuestros cuerpos.

¿Y esque qué va a suceder cuando nuestros cuerpos pasen 24 horas al día postrados (ya no estamos muy lejos de eso), viviendo inmersos en la realidad paralela del universo virtual? Se van a atrofiar, se van a pudrir. y entonces, nuestras almas, nuestros «ghosts», van a tener que emigrar hacia una nueva plataforma de operación. ¿Y esque qué es esta vida que vivimos sino una proyección de algo que en esencia es distinto? Desde niño me imaginaba que ésta vida diurna en verdad era el sueño de la verdadera vida, que es la que vivía mientras estaba dormido. ¿No somos a fin de cuentas un experimento sutil e inteligente de una ingeniería superio? ¿A dónde vamos a emigrar?

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Los Tontos del Teletón

teletontoma

Pobrecitos… pobrecitos de los mexicanos, de las inocentes señoras clasemedieras conmovidas que donan el dinero que no tienen al Teletón, de los estudiantes universitarios condenados a no encontrar mucho más Espacio laboral que son manipulados con una lástima sensibiloide y barata, de los televidentes promedio empedernidos, tan incultos y tan manejados y con vidas tan pobres en sentimientos que a la mínima provocación sensibilera dejan rodar lágrimas por sus mejillas… tan pobrecitos como los niños con capacidades diferentes que no tienen la culpa de ser utilizados, pero que aún así lo son.

Los que no son pobrecitos, ni hay por qué tenerles lástima es a los esbirros  arrastrados voceros aguzanados de Televisa: falsos, manipuladores y lametraseros de los directivos quienes, en aras de los buenos negocios, prefieren mantenernos estúpidos lucrando con el sufrimiento del pueblo, vendiendo lástima y obteniendo jugosos dividendos a través de un circo mounstroso (por sus creadores y no por quienes aparece en él) gracias al cual el sector de las grandes empresas  deducen impuestos y ahorran enormes cantidades de dinero en publicidad haciendo, literalmente,  leña del árbol caído.

Desafortunadamente tanta sensibilería no significa absolutamente nada más allá de la nauseabunda manipulación, pues en el plano de la realidad, el trato que la empresa Televisa, casa (tomada) de los mexicanos,  da a los niños discapacitados, es uno mucho muy distinto al que vende la patética Lucerito. Su verdadero rostro,  el de la empresa, es uno que margina, segrega, marca diferencias,  denigra, utiliza y está dispuesto a hacer cualquier cosa para que el imperio siga siendo cada vez más rentable. A días de que el espectáculo comience, nos han enseñado su verdadero rotro desforme…

El día 22 de noviembre llegó casi con cuatro horas de anticipación a las intalaciones de Televisa Guadalajara la señora Genoveva Romero de 55 años, con su sobrinia Miriam quien es fanática de Lagrimita y Costel, y padece de retraso mental. El objetivo de llegar tan temprano al programa era estar cerca de los ídolos de la chiquilla, y lo lograron: habían obtenido lugares en la primer fila para disfrutar de su espectáculo sin barreras de por medio.

Cuando llegó el equipo de camarógrafos y de producción y vieron a la señora con su sobrina, solicitaron a través del personal de seguridad que se movieran de lugar. El argumento fue que Miriam, con su enferdad, no podía aparecer frente a cámaras (se veía fea), así que las mandaron hasta las últimas gradas. La señora, subiendo con mucho esfuerzo, ayudando a su sobrina, al querer abrazarla para acomodarse, perdió el equilibrio y cayó desde una altura superior a los tres metros. La señora estrelló su cabeza en el suelo y murió instantáneamente. La niña, al ver a su tía en el piso en un charco de sangre, comenzó a llorar sin comprender del todo lo que estaba sucediendo.

Cuando el personal de Servicio Médico Forense arrivó al lugar evidentemente ya no había nada que hacer. Hasta el momento, no ha habido ningún medio que anuncie si la empresa apoyará a la familia con alguna indemnisación o gastos para el funeral…  lo más probable esque no hagan nada porque, ¿quién va a levantar la voz por la mujer muerta?… ¿su sobrina Miriam a quien no dejaron sentarse al frente del público por afear su programa?

Esta es la realidad de Televisa y la realidad de nuestro país, uno que se deja embaucar con fórmulas simplonamente sensibiloides y muy crueles. Y así somos los mexicanos, que nos seguimos enterneciendo con la mentira, desinformados, hábidos de circo porque el pan cada día está más difícil.

Ojalá los mexicanos tuviéramos un poquito se sensatez y tuviéramos los instrumentos sociales para hacer escuchar nuestra voz, para exigir que sea el Estado y no la iniciativa privada quien provea al pueblo con servicios de salud suficiente, de manera que no haya gañanes de cuello blanco, ventajosos y oportunistas, que utilicen a niños en situaciones de desventaja social (sí, «desventaja») en un país que lejos de respetarlos, los segrega, los margina y los utiliza. Tal como lo hacen sus medios de comunicación, fiel reflejo de la cultura que la sustenta.

La nota original fue publicada en el siguiente enlace:

http://www.oem.com.mx/eloccidental/notas/n942219.htm

Vamos a jugar jugando (cuento en dos partes)

1. Vómito Negro.
Cuando me desperté ya se había hecho de noche. El frío me estaba calando todos los huesos, la cabeza desmesurada me explotaba completa con cada latido del corazón… saturada de mierda y de nada mi cabecita loca que ya no se soportaba. Así que me levanté y agarré mi chamarra negra con una A grande en la espalda, y me devolvió el optimismo leer la consigna de chinga tu puta madre culero bajo el signo de lanarquía. Come mierda, hijo de la mierda.

Me levanté sin saber cómo y prendí un chiva… sentí la mente despejarse hasta que finalmente pude ver algo… verme en una pared de una construcción a medio terminar sumergido en una noche gris y plana. Volteé a mi alrededor y me di cuenta de que ya estaba solo. Los chavos del kolectivo habrían escuchado patrullas y temiendo el apañe corrieron para seguirse sintiendo víctimas de la represión del sistema, dejándome a mí, su compañero de lucha, tirado en el piso con la puta jeringa al lado, con los pelos verdes y las botas militares de cuero negro de funeral eterno y cotidiano.

Entonces empecé a caminar hacia las luces de los edificios. Por ese lugar es donde vivo… en unos edificios multifamiliares que desde hace mucho tiempo ya no tienen familias, a lo más que llegan es a clubs de puercos que se maman la sangre unos a otros… chupándose las vidas sin saciarse para llenarse nadamás así de lo que les hace falta. Y tanto que les hace falta.

Es por eso que yo no tengo familia, pero vivo en unos multifamiliares… así que sigo caminando y no tengo que llegar muy lejos para que el mismo olor de siempre me ataque el estómago pudriéndome las entrañas en ese mismo instante y produciéndome unas ganas terribles de vomitar; cada pinche esquina despidiendo olores de carne de tacos. Cabrones mediocres vendiendo tacos y cabrones mediocres comiendo tacos, tacos en el cerebro y masa de tacos entre los dedos… ¿por qué no se van todos a la mierda? Verdad que les vale una chingada estar sometidos, vivir agachados y lamiendo culos de sus esposos y patrones… pero yo no hago eso, yo soy radikal… por eso no trago su mierda.

Cuando los veo juntos pienso que tienen miedo: les asusta tanto que por eso se obligan a hacerse compañía, se consuelan mientras se truncan las vidas y se flagelan los padres a los hijos, los hijos a las hijas, y las hijas a su vez con sus productos que perpetran una eterna cadena viciosa de miseria y de doblegación, de humillación, de vidas a las que se las cargó la chingada… y a mí también me da miedo estar solo, pero es diferente… a mí me pasa con el bajón de la chiva, pero esque así yo vivo, sin dios ni amo… pero la verdad es que por dentro estamos todos tan solos como un callejón de su puta ciudad por la noche o sus asquerosas iglesias cuando no hay misa, y sus multifamiliares deformados y sus obras a media construcción, y mis camaradas de mierda y sus pinches tacos de puta porquería, ¡y la pinche jeringa y la puta de la virgen!

Y la virgen y la jeringa…
No, ellas mejor no. Sólo ellas me salvan… todo a la verga menos la Virgen y mi jeringa.

Para entrar en el edificio de departamentos en donde vivo tuve que jalar el cancel que las ñoras cierran y que sólo se puede abrir con llave, pero yo como soy malicioso lo pateo y lo dejo abierto para que escandalosas algo tengan que comentar en la mañana: – el cabrón malviviente del ocho dejó otra vez abierto el cancel hijo de su puta madre-. Así que contento me subí hasta mi casa y ahí también patié la puerta. Entré y no pasó nada porque en realidad no había ninguna diferencia entre la calle y mi casa. Era el mismo frío y las paredes estaban tan grises y puercas como el cielo. Hubiera dado igual quedarme allá afuera…
No… no es cierto.
En la calle está más cabrón porque allá te matan… y si hay que decidir entre la mía o la de otro cabrón, tengo bien claro lo que debo de hacer. Prendí el foco y me fui al cuarto en donde estaba mis cosas: camisetas y pantalones y una graba, material punk. Una cobija. La agarro y la extiendo sobre el piso y ahí me siento.

Hoy no voy a escuchar mejor nada, a la chingada con más ruido que mi cabeza no se siente bien. Hoy sólo me quedo viendo a la pared y a la virgen cuando venga.
En una cajita de caset está el arpón pero antes hay que prepararlo. Primer un cigarro, o un toque… pero a estas putas horas la ciudad ya está cabrona, calientísima toda esta parte del municipio agrícola. Y es que siempre a los jodidos los joden más porque así es como ellos pueden mantenerse a la cabeza.
Mejor me pico… ahorita me pico y así puedo dormirme. Que ya no aguanto el cuerpo y siento que se cae solito, que ya no quiere hacer ni madres… nomás estar tirado por lo débil que se siente. Pero si viene la virgen luego ya no duermo, me quedo horas como baboso nomás viendo la pared. Antes de llegar se anuncia con arpas y calor en todo el cuerpo, creo que podría ser el arpón lo que causa ese calor… se parecen y pues son lo mismo, con arpas se anuncia al arpón.
¿Las familias de aquí de los edificios, también verán a la virgen? No. Pienso que no. Porque entonces ya no se amontonarían en las iglesias forzando puñetitas con las que los ignorantes creen que van a ser escuchados por el altísimo, y así dicen todavía que la virgen se manifiesta, que les arregla problemas y le piden que interceda ante diosantopadretodopoderoso para que así ante acto de fe tan riguroso y por eso infalible, les de solución a sus vidas. Mas pura verga de ayuda, consuelos mediocres de lo que no entienden.
Y yo, para comprender cómo son las cosas, me ayuda mi pico.
Me pico y ya estuvo. A mí la virgen sí me habla.
Saco la jeringa y le pongo primero su aguja. Limpio la ampolleta y entierro la jeringa que succiona el líquido ambar mientras yo lo veo a contraluz, para medir la cantidad y no ir a pasarme de guevos, que entonces me da un paro cardiaco y entonces sí chingó a su madre, y por eso soy cuidadoso. No vaya a perjudicarme.

Jajajajajaja. Jajajaja. Jaja. No vaya a perjudicarme.
Me amarro el brazo con un hule amarillento y desquebrajado por el uso. Lo aprieto bien. Me busco la vena, golpeo el antebrazo para que salte… para que se asome y me diga en dónde tengo que enterrar la aguja fría; aunque eso ya lo se: tengo que picarme encima de la costra porque en todos los lugares en done puedo hacerlo ya están así… de cualquier forma hay que hacer que salte la vena.

Antes de presionar el mecanismo intravenoso, todo se hace silencio.
Los ruidos de la calle se han detenido. Las farolas de la tira ya no suenan, ya no hay perros ladrando ni gallos que pura madre que cantan al amanecer, toda la puta noche haciendo sus ruidos y tratando de volberme loco. Pero ellos también se callaron. El arpón es como las canciones de Eskorbuto hechas realidad: mandas todo a la verga; con la aguja matas los ruidos, matas a la gente, a todo el jodido mundo. Te matas a ti y te metes en tu mundito.
Yo nunca he querido a la virgen dentro de mi cabeza, pero creo que debe ser algún tipo de maldición religiosa. De morro mi jefa me… me llevó a algo así como un sacrificio voluntario, una manda o no se que mandada, a la virgen. Y mejor se hubiera deshecho las rodillas a nopalazos, o caminando hasta la basílica con lágrimas y sudor en toda la casa, con las ansias de que alguien sienta misericordia por su vida tan llena de penares. Pero los padres de familia como el fiel ejemplo de ese esquema autoritario y clasista horizontal patriarcal siempre perjudican a sus hijos… como que para eso los tienen. Sin deberla ni temerla me enjaretaron a la pinche virgen de los milagros que tantos favores le había hecho a mi sacrosanta jefita. Y a mí… pura verga.
De todos modos no la necesito. Siempre que viene es nada más a chingar y a no dejarme dormir, a meterse en lo que no le importa mientras me dice a mil voces –no hijo mira que andas mal, que deberías cambiar tu forma de ser para ganarte el reino de los cielos y estar con los tuyos.
¿y cómo chingados quiere que cambie?
¿quiénes son los míos?

mamá, mamá.
Mamá eres tú, la virgen.
El ambiente cambia. La luz se hace, rosa, morada, brillante muy brillante. Es como una explosión en la cabeza. Algo que se revienta y se brota como charcos en lo más hondo de lo que uno es.
De la piel me sale calor mucho calor que se proyecta con fuerza en todas direcciones, que se escapa de mi cuerpo y parece que va a reventar. Siento un gran calor en todo el cuerpo, uno que consume y arrebata, que me sale del pecho, la fuerza del corazón co-ra-zón…
Co…ra… zón.
Es ella.
Ella, la virgen.
Rodeada de luz, brillante, hermosa, cálida, caída. Es-la-vir-gen-la-vir-gen.

2. Para todos, todo es una mentira.
Llegamos temprano al departamento. Anoche no nos encontraron nada y nos dejaron salir hoy en la mañana. En la salita que está a la entrada estaba Juan tirado sobre una cobija vieja con el pico y una jeringa a su lado… había también un paquete de faros con dos cigarros que luego nos llevamos y una caja de caset con una chora embarrada.
Todo el departamento olía a quemado, el Tony dijo que a azufre… yo no se, peros e que olía a quemado. El Juan tirado en el piso, una mancha obscura alrededor de su cuerpo que había traspasado la tela de su camisa y había marcado todo el piso como queda marcado con el humo en las paredes de una herrería eran lo único fuera de normal en su departamento. Nos le acercamos y en las orejas tenía unos hilitos de sangre… chiquitos, no mucha. Me le acerqué y entonces me di cuenta de que no respiraba. Lo traté de levantar pero se me cayó su cuerpo, la cabeza se golpeó contra la pared y sonó hueca, seca, un madrazo bofo. Entonces si me entró miedo porque iban a creer que yo lo había matado. Ya después lo llevamos a la cruz roja y allí nos dijeron que el madrazo no era pedo. Que sí, efectivamente lo que habíamos llevado era un cadáver, y que había muerto no hace muchas horas. Dijeron que fue un infarto, una sobredosis por el arpón tal vez. El cuerpo ya no le aguantó tanta mamada.
Nos dieron su ropa y sus botan en una bolsa, el hijo de puta con batita blanca muy gracioso nos dijo que nuestro amigo ya no iba a necesitar sus cosas y que mejor antes de que alguien agandallara con ellas, pues que él nos las entregaba para evitar cualquier pedo.

Cuando regresamos al departamento vimos algo en lo que no nos habíamos fijado ni el Tony ni yo cuando salimos. En el piso, bajo la cobija quemada, estaba marcada la figura de la Virgen, la misma que Juan tenía tatuada en la espalda. Estaba como gravada con soplete, con colores y todo, la misma guadalupana junto a una caja del Revelde-Punk.
El cuerpo de Juan había dejado su tatuaje sobre el piso como un sello de que rifaba, siempre decía que la virgen en su espalda era porque su jefa se la había montado como al pípila le echaron encima una piedra… nunca se imaginó lo que le iba a pasar con ese tatuaje.

El chisme de la muerte del drogadicto del ocho de corrió rápidamente. También la noticia de la virgen en el piso y el allate sedicioso del occiso. La gente comenzó a congregarse en la casa de una forma impresionante. Luego luego prendieron veladoras alrededor de la imagen y empezaron a rezar. Decían que era un milagro, una muestra de los caminos tan diferentes que toma el Señor para hablarnos, que ese muchacho no era en realidad tan malo… nomás un poco extraño, y que a lo mejor eso sería porque fue muy devoto, decían las señoras santiguándose con mucha emoción.
Fue el curita de la parroquia para verificar la autenticidad de la muestra mística e incuestionable de su fe. Nosotros ni madres que dijimos nada del tatuaje. Hasta sacamos la camiseta y la colgamos en la pared junto con jeringa y la liga y la cajita del caset con la chora embarrada. Las viejas pendejas le rezaban y le rezaban al santito de negro, decían, porque casi siempre se vestía así, de negro. –Y yo que pensaba que siempre andaba así porque era como del diablo, y mira tú para que veas, resultó ser como los señores curas que también andan de negro y son santificados-. Pinche babosa, cómo se inventan cuentos para después creérselos tan en serio.

Ahora me gustaría pensar que Juan nunca tuvo interés en terminar como santo para la gente que tanto odiaba, que tanto lo habían jodido.

Madame Expo

Una
Tengo un vacío en la cabeza. La sacudo y no escucho nada, ni siquiera el golpeteo de algún líquido en su interior… y esque no quiero volver a tener que levantarme nunca más, no quiero volver a ver un espejo en toda mi puta vida!
Todo es un reflejo, una imagen.

Dos
Soy regreso de la luz en un nervio óptico empañado, en un espejo a punto de estrellarse.
Salté exaltada, el corazón agitado. Otra vez tuve ese sueño en el que soy mayor. Me vuelvo vieja e inmediatamente lo pierdo todo… se me pierde el corazón y no siento más que un espacio hueco, metálico, oxidado por los alcaloides.

Tenemos que buscar razones para vivir en cualquier lugar… para mi todo es válido.

 

Tres
Yo busqué debajo de la cama, siempre creí que ahí estaba un duende emo con la solución para mi soledad. Siempre soñé que un buen día me hiba a despertar con la cama llena de regalos, con las sábanas de seda de motel caro transformadas en mantas de franela con dibujos de ositos azules y rosas… mi mamá llamándome para levantarme.
En cambio nada más encontré un vacío tremendo que me asustaba, que me había temblar de miedo.

Cuatro
Cinco seis siete
Ocho nueve

(vomito)

Siete
Ocho
Nueve

Nuestras vidas se vaciaron aquel otoño de viajes infinitos.

 

Diez
Somos todos imágenes retraídas por un frío interminable.

Once
Imágenes difuminadas golpeadas contra un muro.

 

Doce trece catorce
Las minas del rey Salomón están en la tierra, pero no las encuentro por ningún lado.
Somos leves, cíclicos, errabundos hijos de dioses bastardos. Caníbales.
Leves representaciones de la obra del fin del mundo.

Rosa murió de rojo. Rosa murió de rojo. Rosa murió de rojo.

 

Somos actores de un intermedio mudo. Me culpo y me culpan por sentirme apática ante la vida… como en esa actitud en la que se perdieron ya todas las esperanzas y nada más piensas en que lo peor puede pasar en cualquier momento.

Quince dieciséis diecisiete
Soy una mujer pegada a una nariz.
Me digo que me quiero morir sin tener más razón que el deseo de salir de este sentimiento de nada, ahogada en nada, y encontrar algo real. Y las chicas de Glamours me dicen que me inventé la más barata y deprimente pose que pueda haber. Y ojalá tuvieran razón sus palabras y los gritos del dueño de la agencia, ojalá las estampitas te dieran algo en qué creer. Ojalá todo fuera producto de algo que yo puedo cambiar… que en realidad pudiera controlar… o cuando menos disfrutar.
¿ Y es que cómo se puede creer en la vida, cuando a la vida misma nos la enseñaron muerta!

Dieciocho
Ni si quiera lo de las pastillas es mi culpa. Cuando comencé a trabajar como modelo…

Diecinueveveinteveintiunoveintidos veintitres veinticuatro bueno, más bien como chica de compañía, como puta, porque a fin de cuentas eso hago, me las comencé a tomar. Unas para dormir y otras para despertarme. Otras nada más para ponerme menos loca. Para combinarlas con alcohol y poder olvidarme de la cara de los puercos que me cojen.
25
En las exposiciones y conferencias soy modelo de agencia. Ahí me consiguen la chamba, a veces hay que ir a casting, y pues la cosa es que la gente que va a estos eventos pues es importante, con dinero cuando menos: señores que viajan de trabajo, que vienen de fuera, hombres de negocios que no podrían pasar una noche solos porque entonces sí la conciencia se los come. Y esque en verdad los putos son ellos. Señores corruptos cabezas de lindas familias, alcohólicos casados legalmente y en las iglesias más grandes por bienes separados…

Veintiseis Pues con esos señores son con los que me acuesto en mi trabajo. Los servicios son casi siempre aburridos, rápidos o violentos, algunas veces los hijos de puta pueden ser muy humillantes, seguro que conmigo hacen todo lo que quisieran hacerle a sus esposas pero no pueden. Piensan que pagar les da el derecho de maltratarla a una, que pueden desfogar así nadamás por sus guevos todos sus complejos y sus frustraciones, y sus fantasías puercas y enfermas. Hombres degenerados que se inventan las peores de las humillaciones, de las depravaciones. Son esposos responsables que les compran camionetas familiares futuristas a sus esposas para que se muevan a gusto, para que se alejen lo más posible y así poder hacer un poquito más soportables las relaciones que los hacen pero que no les dan nada, que los dejan tan vacíos como ellos vaciando las vidas de gente que los cree diferentes.
Y pagan muy bien, eso sí. e invitan buenos vinos, cocaína sin corte por la nariz, en la boca, en las tetas y luego la vagina y el ano. Consoladores. Algunos sólo quieren verme masturbándome para calentarse, me gritan que sea cochina y que los divierta. Y yo que no siento nada. Más que puta, soy actriz. Tengo que actuar para que pienses que sí estoy excitada, y que me gusta que me cojan, sabes no? Que piensen que me dan placer. Y la verdad es que lo único que me dan es asco. Puro asco, por diosito santo que nada más.
Y entonces las pastillas son maravillosas para no sabes que pasa en la noche… la noción de lo que en la realidad está pasando. Así, andando chocha, o rueda, pasta, reina, rueda que rueda, no importa quién me coja. Para mí son nada más un bulto de carne podrida balanceándose encima de mí.

Veintisiete
Las pastillas me secaron el alma. Ya me quiero morir, no me quiero levantar otra vez, no quiero llegar a vieja porque entonces no voy a ser nada, del interés de nadie; además, la adicción me pone cada vez peor físicamente. Cada día tengo que usar más maquillaje para disimularme la palidez y las ojeras, los pómulos se me saltan como cadáver, y pensar en la cirugía imposible, sólo haciéndome amante de un político.
Cómo me gustaría quedarme dormida para siempre. No tener que volver a abrir las piernas nunca más…

Veintiocho veintinueve
En realidad nunca he pensado pasar de los treinta, todas las revistas coinciden en que a esa edad comienzas a decaer como mujer y luego pronto viene la menopausia… además creo que treinta, bien vividos, son suficientes… mañana que es treinta de abril me voy a acordar mucho de mi mamá, que siempre le gustó ese mes.
Era cuando yo festejaba mi cumpleaños… el treinta de abril.
Y lo hice hasta hace casi un año… el año pasado.

Que será el último.

 

Treinta

 

Treinta pastillas van a ser suficientes…
Treinta pastillas van a poder seguramente más que veintinueve años.

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Tecnología de Punta: entre la adicción y la trascendencia.

En años recientes la hija de Karl Jung, radicada en los Estados Unidos, ha venido estudiado bajo la corriente metodológica desarrollada por su padre el comportamiento de los adictos a la cybertecnología, principalmente a la interacción con la red, y su fenomenología como patología clínica. El síndrome de abstinencia sufrido por los sujetos a quienes se les restringe el uso de computadoras muestra las mismas reacciones que las del adicto a cualquier otra droga que genere dependencia sicológica: alteraciones en el estado de ánimo, trastornos del sueño, sudoraciones y nerviosismo, ansiedad, pérdida del apetito y comportamiento agresivo. El fenómeno de la explosión de la tecnología y la popularización del uso de redes virtuales de información, son el fenómeno más grande y significativo que pudiera haber experimentado el ser humano en su devenir histórico. Al tiempo que su surgimiento crea matices de opuestos que chocan y se debaten, plantea también nuevas alternativas en la posible evolución del hombre, y así como en verdad genera adicción patológica, podría ser el próximo universo destinado a ser habitado por nuestra especie, una vez que se trasciendan las interfaces hasta que la última pierda su razón de ser: nuestro propio cuerpo ya inútil cuando seamos capaces de trasladar nuestras consciencias al universo de la red.

El fenómeno que se ha convertido en parte ordinaria de nuestras vidas, puede ser analizado desde aristas muy diversas. Se le puede criticar y condenar, o exaltar y promover, pero el hecho es que se ha convertido en una realidad contundente e incuestionable de nuestro momento histórico, y el futuro de la red al igual que cualquier otro elemento creado por el ser humano, no es ni bueno ni malo en sí mismo, la potencialidad y los riesgos existen, todo está en lo que podamos hacer de ello: sociedades apocalípticas y alimento para las gigantescas unidades de procesamiento central o liberación del ser en un mundo virtual sin fronteras, las alternativas y las propuestas existen todas, entre la academia, la realidad de todos los días y la ciencia ficción: somos la cresta de la ola que no acaba por definirse y con tantas posibilidades…

 
El Computador y el universo de la Red.
La computadora es una nueva realidad. No es del todo como la mente, ni del todo como la materia. Es un fenómeno anómalo, fronterizo. Por un lado es simplemente una máquina, combinación no importa lo compleja, de materiales reestructurados por los humanos. Por otro lado, tiene algunas cualidades parecidas a las de nuestra mente, según nos recuerdan los investigadores de la memoria artificial –tiene memoria a largo plazo, memoria episódica y memoria a largo plazo-. Escribir con un teclado es parecido a hacerlo con la máquina de escribir, pero en ésta se dejan huellas materiales del golpe. En la computadora estas huellas se pueden manipular instantáneamente, carecen de la inercia de la tinta sobre el papel mientras las figuras del monitor vienen y van, veloces como pensamientos. Entonces los usuarios de computadoras nos encontramos ante nuevas realidades: como sujetos somos mentes que nos ponemos en contacto con objetos materiales que no son mentes. Según la tradición cartesiana nos constituimos como sujetos pensantes, poniéndonos en contacto con un mundo exterior fijo. La cultura actual de la información desestabiliza esta concepción y como sujetos ahora también incluimos objetos que tal vez no piensen, pero pueden imitar mucho este proceso. Cuando nos ponemos en contacto con un banco de datos, nos confrontamos con una máquina que aparenta saber más como nosotros y cambia nuestra experiencia como sujetos, y bajo la cultura informática hay un constante cuestionamiento a la construcción del yo. Esto no quiere decir que en otras épocas eso no pasara. Lo que ocurre es que, el velo que ocultaba la construcción social del yo, llámese naturaleza humana, la inmortalidad del alma, o la personalidad, ha quedado al descubierto con la incorporación cotidiana de las tecnologías de modernización digital.

Por otro lado está el universo de la red, un espacio virtual capaz de generar procesos y estímulos suficientemente reales para acaparar nuestros sentidos y sustituirlos por la realidad material. Las interfaces o sistemas de conectividad con la red amplían su capacidad de transmisión y recepción de información y entonces son capaces de “conectarse”, literalmente, con los cinco sentidos que nos ponen en contacto con el mundo. Lo que todavía se encuentra en pañales, un programa multimedia con sonidos e imágenes en un monitor, será en unos años reemplazado por la capacidad de introducir nuestros sentidos en la red vía plugs neuroelectrónicos que podrán reproducir no sólo imagen y audio, sino aromas, texturas y sabores. No es de extrañarse que Phillips haya anunciado ya el lanzamiento de cascos conectados con electrodos biomagnéticos que grabarán como una videocasetera corriente, nuestros pensamientos y emociones para después reproducirlas cada vez que lo queramos. El jardinero asesino inocente y el manga japonés son la última frontera. Los usuarios se aíslan en pequeñas burbujas saturadas de información en hypertext y la realidad física más próxima se ve anulada, clausurada. Y la conectividad es cada día más completa y eficiente; esos seres creados por la ciencia ficción de Asimov y Gibson, los cyborgs parte humano parte máquina, los biomecanoides caminan ya en las calles del primer mundo: freeks de la computación con un disco duro en la suela del zapato y un guante sensible para manipular la pantalla en sus lentes que llevan por las calles y en el camión.

El suiguiente paso de la evolución humana.
Existe una vieja leyenda que dice que el ser humano ha de evolucionar, que no somos nuestros cuerpos y que estos “trajes espaciales”, creados para poder sobrevivir en un universo material, algún día tendrán que ser abandonados. Que esa esencia que somos, consciencia electromagnética como energía pura, podrá emigrar hacia otros universos. Y la red es una alternativa. Como se ha sugerido, esta consciencia puede ser trasladada a otros universos y niveles vitales, que bien podrían ser comprendidos bajo las metáforas de cielo, nirvana, consciencia divina o cualquier otro supra o inframundo creado en todas y absolutamente todas las culturas a lo largo de la historia humana: otro estadío de existencia en donde la materia y la consciencia representan formas distintas del universo.

En la postmodernidad se unen nuevamente las formas de conocimiento que se habían separado desde que surge el método científico como paradigma epistemológico, el conocimiento científicamente comprobable y el empírico al cual se le invalidaba: así, física y metafísica, sicología y parasicología, astronomía y astrología se consideran nuevamente y se ponen sobre la mesa de estudio rigorista. El determinar el peso específico del alma nos puede hacer pensar que esta misma alma podría entenderse como un ente por sí mismo, con la capacidad y aún más con la férrea creencia de que debe abandonar el cuerpo físico y el universo de materia.

Es bajo el contexto de los entornos aquí citados que la cibernética representa nuevas posibilidades, alentadas por la ciencia ficción de la cual se cuestiona si es sólo la creación de un escenario “imaginado” o si no podría ser también predestinación del futuro marcando los parámetros, intuyendo la consecuencia de las causas actuales, o sugiriendo posibles caminos para el desarrollo. A estas alturas y con este mundo que se mueve como un electrón excitado por la proximidad de otro átomo, saltando de un nivel a otro y en un caos plural cuya marca es el cambio, la idea de la transmigración de nuestra especie a gigantescos servidores de información regulados por un programa central constituido por las consciencias mismas de los actores ya no sociales sino virtuales, no suena tan descabellada. Entonces la adición a la cybertecnología podría ser tan sólo una etapa en el proceso de evolución, por frío o escalofriante que pueda sonar la idea. Y finalmente, como desde siempre, el mismo ser humano en una búsqueda interminable por encontrar el sentido que le de sentido a una existencia que tiene la bendición o la maldición de preguntarse por ello.
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Los muertos… de, ¿Cristo?

Qué tristeza, qué decepción… oh, qué desolación. Y es que no sólo la Iglesia Católica ha sido históricamente una institución incongruente, ventajosa, mentirosa y con discursos planfetarios que suenan muy bien frente a feligreces y adeptos, pero que en el plano de la realidad se desmoronan frente a la absoluta falta de congruencia. No sólo la Iglesia católica… ahora lo son también los míticos grupos anarcopunks libertarios de la Iberia radikal con todo y su discurso abrupto con el que critican de manera por demás resentida, las mismas prácticas que favorecen y finalmente, perpetran.
Como quien tira la piedra y esconde la mano, como el pecador aferrado que quiere lapidar a Magdalena, así los punkis de postal favorecen el negocio del Estado cuya cabeza piden, de los narcotraficantes que abusan del pobre campesino, de los provincianos sin promesa de un futuro que ven en el tráfico de estupefacientes, y no en la educación, la única oportunidad de una vida “digna”.
Yo sé que muchos de ellos, de los punks y de los anarquistas, comen alimento sin dolor, pero… ¿nadie les habrá hablado que detrás de sus consumos de estupefacientes también hay mucha sangre, explotación, abuso, corrupción, violencia y cohecho?

Revolución y farlopa… ja! 
No es la primera vez que sé que sucede, que veo por mí mismo que estos chicos que pelean por la rehibindicación de los marginados y por la liberación de los oprimidos, perpetuan en carne propia los consumos y los rituales que favorecen a una sociedad esencialmente injusta y ventajosa.
La primera vez lo atestigué cuando conocí a los chicos de Sin Dios quienes vinieron a tocar en el congal más itinerante de la ciudad. Entonces quise justificarlos y hacerme de la vista gorda frente a mí mismo, porque creía que era derecho de todo punk el consumir lo que se le diera la puta gana… finalmente, para eso eran punks, y si ellos querían meterse a Colombia entera por la nariz, pues hasta lo veía positivo porque finalmente en la desobediencia se confirma la libertad que los discípulos de Bakunin, Malatesta y los hermanos Flores Magón, buscaban con tanta behemencia.
Cuando nos fuimos a la casa de mi kamarada que estaba en la organización del evento, nos llevamos a dos de los músicos, le hablamos a Beto que era en ese entonces el dealer del barrio y le pedimos un ocho de cocaína que en ese entonces era de lo mejor. Los muchachos de Sin Dios arrazaron con ella. Estaban felices, y es de entenderse si consideramos que el precio de la sustancia en México en casi ocho veces menor al que tiene en la península ibérica.
Pues así sucedió, y mi mente consiente se lo quiso olvidar, hasta hoy que la historia se repitió con la visita de Los Muertos de Cristo, otra de las bandas más radicales del autonombrado “anarko-punk” español y que después de 20 años en los escenarios, proyectan el cierre de su carrera artística con la gira que visitó mi natal terruño la cual titularon como Rapsodia libertaria. Ellos están en contra de las etiquetas, creen en la emancipación de los desposeídos y los marginados, inclusive parecen estar bien informados sobre la realidad social y política de nuestra golpeada América Latina a quien motivan a alzar la voz. Cuánta puta hipocresía… ellos también pidieron sus pacesitos para aligerar la carga de ser, a pesar de su lucha como activistas, unos esclavos más del sistema.

Las pequeñeces en las que nuestros punks no reparan…
No soy un moralista, nunca lo he sido, y ciertamente tampoco soy una persona congruente sino que por el contrario, soy muy humano: con contradicciones, incongruencias y muchas carencias. Pero tampoco aplaudo a quienes suben a los esenarios a decir mentiras que traiciono apenas me pueda bajar como lo hacen estos combativos amigos. Tal vez porque nunca he sido estrella de quienes odian a las estrellas… aún así hay algunos datos que me gustaría puntualizar y de tener oportunidad, me gustaría exponer frente a estos hombres libertarios para confrontar a su luz, su travesurilla rocanrolera y su gusto por el perico:
– En América Latina la principal droga que se cultiva, produce y trafica, es la Cocaína. Sin embargo, sus principales consumidores son los estadounidenses y los europeos (14 millones entre los 14 y 60 años de edad).
– Dicha producción usó en el 2007 casi el 40% del total de los terrenos para cultivo en paises como Colomia, Perú y Ecuador (o sea que en cuanto a terreno, tiene más importancia la coca que el mismo maíz o cualquier otro producto que salga de la tierra).
– Esta labor generó alrededor de 44mil detenidos que fueron recluídos en cárceles colombianas, peruanas y ecuatorianas. No se sabe el número de muertos provocados por este mismo fenómeno, pero los presos nos dan una somera referencia de cuántos podrían ser.
– Cada kilo de droga se vende entre 2mil y 4mil dólares en Estados Unidos, pero al productor se le paga sólo un aproximado a 3 dólares por cada hectárea que siembra.
 
Sí a la autogestión… no a las drogas.
La realidad de las cosas es que, tristemente, a pesar de la explotación y los precios de miseria que se pagan a los jornaleros, sigue siendo mucho más rentable cultivar cocaína, o mariguana o amapola, que maíz, tomate, frijol o caña de azucar. Y esto se debe a que hay un enorme mercado que consume sustancias no reguladas por las leyes de la oferta y la demanda, sino por las de la corrupción, porque también para los gobiernos éste seguirá siendo un gran negocio siempre y cuando se mantenga al márgen de la ley ya que de esa forma no hay manera de controlar la calidad, el precio o las rutas de comercialización que pasarían a manos del sector privado y que muy probablemente estandarizaría precios, o cuando menos crearía las bases jurídicas y mercantiles para retribuir al campesino y a los distribuidores su labor de manera más justa, en vez de poner su integridad, su vida y la de su familia, de por medio y en peligro.
El gran problema esque esto ni ha pasado ni va a pasar tal vez nunca. El dilema con cada pase que uno se mete, sea o no punk y al margen de juicios moralinos absurdos (pues finalmente cada quien hace con su tracero y su nariz y su vida lo que le venga en gana), esque al igual que al comer carne, uno ingesta también partículas de dolor y muerte para nuestro placer, de la misma manera en la que para que se produzca y llegue la cocaína, o la mariguana o cualqueir otra sustancia hasta el barrio, hasta el dealer de confianza y hasta nuestro baño, habitación o salón de fiestas, muchas personas tienen que morir en el camino, muchos sembradíos tienen que ser regados con la sangre de los campesinos, muchas familias pierden a sus hijos que andan de burreros y muchas otras pierden su medio de sustento cuando en el barrio también entamban a los grameros. ¿Favorecer esta cadena de dolor y muerte será una conducta de emancipación de las garras del mercado, del Estado, de los poderosos? No, yo creo que es favorecerlos y asegurarse de que su negocio y sus métodos, seguirán viento en popa, cabalgando, pero no como la libertad.

El fiasco de X-Files: Creer es la clave

   Si bien han existido series que trascendieron su mera condición de programas televisivos y constituyeron un fenómeno cultural (desde Star Treck hasta Lost), debemos de observar algunas que particularmente fueron mucho más allá de la experiencia social, y se convirtieron en una clase de culto capaz de levantar polémicas, debates y afiliaciones incomprensibles para el resto de los mortales que no participaban de su credo. Y este es el caso, definitivamente, de los “Expedientes Secretos X”, uno de los acontecimientos mediáticos más notables en este sentido, que a lo largo de nueve años fue la referencia de hordas globales de geeks y freeks fans del trill policiaco que incorporaba el misterio, la ciencia ficción y el terror, a quienes marcó por esa realidad alterna fuera del entendimiento del lego, que para ellos se convirtió en mucho más que una manera estimulante o inspiradora de ver la vida: una luz reveladora, al final del camino, que los convencía profundamente de que la verdad… estaba allá afuera.

   Los gurús del culto fueron los agentes Mudler (David Duchovny) y Scully (Guillian Anderson), quienes trabajaban para el Gobierno (o para siniestras organizaciones secretas que operaban tras bambalinas), enfrentándose a situaciones que estaban fuera de la lógica y la razón humana, en un estremecedor suspenso que tocaba prácticamente todos los mitos ancestrales e inexplicables de casi cualquier cultura. Frente a su éxito, en 1998 la serie dio el salto a la pantalla grande en una película que si bien no fue del total agrado de los adeptos, sí fue un éxito comercial que recaudó 190 millones de dólares. Desde entonces, estos fans tuvieron que esperar diez años, ¡diez años!, para enterarse de que al final del camino, no había ninguna verdad por descubrir en la que valiera la pena creer… lenta, aislada, deficiente, bobamente politizada y en momentos hasta aburrida. Así fue la reapación de la nueva película de los X-Files: Creer es la clave.

   En la nueva historia dirigida por Chris Carter (la misma cabeza de la serie de t.v.), que bien podría haber sido un episodio más, innesesariamente alargado, Mudler y Scully ya no son investigadores, mas son requeridos para rescatar a un agente secuestrado de quien se cree sigue todavía con vida: un sacerdote católico, pederasta confeso, asegura tener visiones sobre el paradero de este hombre. Cuando los agentes conocen al clarividente, se muestran un tanto reacios a confiar de entrada en sus visiones, y entonces un claro juicio moral se señala con el dedo índice: por su falta de absoluta efectividad (el sacerdote parece perturbado y no siempre tiene la información precisa), pero entre líneas por su pasado degenerado, Scully duda de su veracidad, mientras Mudler observa en él señales que lo motivan a querer creer en lo que dice, sin importar si la información que canaliza es de inspiración divina o maldita.

   Al inicio, en una de las pocas escenas que visualmente valen la pena (la cual es sobrevendida ingeniosamente en el trailer), el sacerdote seguido por un espectacular despliegue de oficiales investigadores busca el lugar exacto de una prueba o evidencia que los acerque al agente desaparecido. El tiempo se detiene, él grita como poseído, comienzan a cavar. Lo que encuentra entonces… es un braaazo sercenado 😦 -En una escena posterior, después de un hallazgo similar, el sacerdote llora sangre… pff-.

   La película de desenvuelve entonces sobre este subeibaja moralino establecido sobre una sucesión de acontecimientos faltos de interés para el espectador ajeno a los tejemanejes previos de la dupla protagonista, y con una abierta crítica a la Iglesia Católica expresada en el sacerdote pederasta, pero al mismo tiempo con un extraño guiño a la subvención de una blanca y letal sonrisa (la del retrato de George Bush que precide las oficinas del Federal Bureau of Investigation), aparece entonces una peculiar dicotomía, un mal chiste politizado sobre el que se irá desenvolviendo pobremente el drama, y que hace preguntarnos si no será que ahí está la verdadera intriga de la acción que tanto esperamos en la pelicula, pero que nunca llega.

   Pues sucede que los bad guys de la historia son estos rusos locos que como el doctor Frankenstein, se dedican a practicar en los cuerpos de sus víctimas una extraña operación para prolongar la vida de sus Kamarradas, transplantando sus cabezas a dichos cuerpos, motivo por el cual han raptado al compañero investigador quien es sólo el primer eslavón de una serie de desapariciones de cuerpos mutilados, encontrados gracias a la ayuda de las visiones del sacerdote. Con esta pobre linea temátcia, a muchos años ya de haber terminado la guerra fría, la referencia soviética caricaturizada con rusísimos estereotipadísimos, parece fuera de contexto. Tal vez deberían haber sido científicos irakies o vulgares delincuentes traficantes de órganos afganos los que tomaran ese lugar, sobre todo si consideramos que los géneros del terror, la ciencia ficción y la guerra, en sus caminos entrecruzados, han sido mucho más que un negocio rentable para la industria cinematográfica norteamericana (tan sólo el año pasado produjeron 39 filmes que generaron ganancias superiores a los 4mil 960 millones de dólares): han sido, principalmente, el catalizador a través del cual la mente del ciudadano promedio enfoca su atención en cosas más brutales y más imcomprensibles, que la guerra misma que han vivido de forma continua durante la última decada. ¿Y es que si no fuera así, cómo se podría vivir con la conciencia tranquila al saber que los impuestos que están pagando sirven para bombardear ciudadelas polvorientas y paupérrimas?

   Lo que creo es que a pesar de seguir buscando esa fórmula de dar señales de una realidad más grande a nosotros mismos, ahora ya con la nostalgia venida a menos que dejó aquel frenesí de los años ochenta con el cine de destazamiento, (tan chocante, brutal y estremecedor que sedaba el inconciente colectivo en un contexto de guerra), el intento de la nueva película Creer es la clave, no resultó bueno. Lo fue durante mucho tiempo en la serie de telvisión. Pero la formula se desgartó, y no pudieron, o no quisieron darle un giro que de nuevo nos electrizara. Es por estos motivos que su referencia chafamente politiquizada resulta misteriosamente sospechosa, tal vez más, que la trama de la película.

   Tal vez podría ser también mi mente paranoide por las conspiracioines la que crea estas barbaridades de las que escribo, y que el resultado que vimos en pantalla fue uno de mera inocencia e interés comercial… poco creíble, si es que creíamos en los buscadores de la verdad, pero también hay que considerar que las grandes compañías como Fox encontraron un nicho interesante en las salas de cine que se conviertieron, cada vez más, en canales alternativos para llegar a esos públicos repentinamente huérfanos de las series, pero sin las implicaciones de tener que meterse en el coste de sacar adelante toda una nueva temporada televisiva.

   Este sentido de nostalgia es lo que le quita casi todo el valor a la película para quienes no fueron fans. Así, todo lo que nos queda es un trama de “psyo-kyller” más bien aburrido, con un debate velado y débil que por momentos parace reflexionar acerca de la fe, pero que nisiquiera tiene un desarrollo o resolución que nos deje ya no pensativos, sino tranquilos. Como bien lo expresa el slogan de la película, nada es más aterrador que la verdad… y la verdad es que con esta película, uno se puede quedar dormido y pero aún, puede olvidar por completo todo el misterio, la intriga, la emoción y la acción que en otros años nos estremeció… y así, yo creo que ya mejor ni quiero seguir creyendo.

Escrito para la revista Replicante
http://www.revistareplicante.com/

Ai nuestro Oso… así era él de bailador y sentimental (a ritmo de cumbia colombiana)

El Oso se había ganado con el paso de los años ese su nombre de batalla por el que la gente lo conoció, verdaderamente con sangre, sudor y lágrimas… la vida no le había tratado del todo bien a pesar de siempre haber luchado contra la marea a brazo partido, aferrándose a un trabajo que el mundo juzgaba como indigno, pero al que él aceptaba con humildad y carácter.
En su momento, su padre le pidió que cambiara de actividad por respeto a sí mismo, y es que lo que suponía ser el pelaje del animal era en verdad un peluche corriente decolorado de san juan de dios quemado de pies a cabeza por cigarros. Por ese disfraz le humillaron, su familia lo desconoció, el amor de su vida se alejó por vergüenza, un día los policías lo patearon por ridículo y los niños en la plaza le prendieron fuego. Aún así, folklórico Oso bailaba a ritmo de sonora y cumbia colombiana metido en un traje caluroso con el que no paraba de sudar toda la noche, haciendo de la repulsiva concentración de los vapores en su interior, su olor habitual. Aún así, cada vez que intentaba dar una calada a un cigarro tenía que levantarse la desmesurada cara de oso estúpido y con el cuello chueco, estirar la trompa para jalar el humo. Fue así, bajo esta vida de entrega sumisa a su labor, que los golpes bajos y las desazones eventualmente lo hicieron madurar en algún sentido. Fue así que se convirtió en un hombre y aceptó con determinación su destino: bailar disfrazado con baberito, y levantar con orgullo su rostro frente a lo adverso.

Aquella noche en el salón de baile no fue distinta de cualquier otra. La banda tocaba animada y los metales resonaban con sabor en el ambiente un tanto sofocado por el humo y las transpiraciones. Ahí estaba la fichera que se llevaba a su hijo al congal para dejarlo jugando carritos en el suelo mientras ella se restregaba en sus narices con cualquier pachuco venido a menos, tratando de atraparlos como la flor a la abeja con sus chapetes muy grandes y muy rojos, casi desde la boca y hasta la oreja, muy chillante ese color, muy brillosa esa piel como embaselinada. Esa noche, Oso se sentó junto al niño y le tapó los ojos… total, no había ninguna necesidad de que el infante, aunque ya estuviera curado de espantos, viera el retrógrada espectáculo. Para olvidar la grotesca imagen quiso beber, y esque puede hacerlo tanto cuanto quiera; de hecho, esa es una parte de su trabajo, por lo que los patrocinadores le mandan una caja con ocho botellas para su consumo semanal y esté bien conocido de lo que anda promocionando, para que no se le ande olvidando con tanto conflicto que vive su corazón. Y esque Oso es muy inestable emocionalmente, entonces ya alcoholizado, va desde la algarabía descompazada hasta la depresión suicida pero no deja de invitar a los comensales a aprovechar la promoción.

En la pista brillan con el movimiento cadenas, esclavas y marcos de oro en los dientes y los maquillajes se corren por el sudor. Y es que si hay algo que saben hacer en este lugar, es precisamente bailar. Lo hacen como dioses… nacieron para ello. De cacle blanco y estilo inigualable, cada uno de estos viejos guerreros de tiempos míticos y ancestrales conserva ese toque de estilo bohemio con reminisencias de pachuco, para dar sustento a lo que han hecho una forma de vida: la cadenita del reloj que llega casi hasta la rodilla con una caída natural, los tres puntos de tinta china entre el dedo gordo y el índice de la mano izquierda, la camiseta de resaque blanca, los cigarros delicados en cigarreras de plata. Alguno de ellos tiene un tatuaje que se ha arrugado y perdido todo el color. Nadie más caballero que esos hombres de actitud presta y elegancia incuestionable tomando bacardí y nunca oso negro, porque a pesar de que Oso les admira por sus talentos, ellos en realidad nunca han terminado por aceptarlo. A los viejos no les gusta tener a un payaso alcohólico y maniacodepresivo todas las putas noches en su lugar de esparcimiento: violento, imprudente, enamoradizo, mal bailarin… pésimo cantante. Y además, muy sensible a los efectos del alcohol y a la forma en que la gente le habla. Sentido. Rencoroso. Intrigoso, como su madre.

Además, hay otro factor de conflicto en el hecho de que Oso esté en el salón de baile como espacio laboral. Él está patológicamente enamorado de Reyna, una fichera de carnes flojas nacida en El Salvador que durante el día vende productos de distribución en red y por la noche despierta pasiones. Pero ella no quiere a Oso… en realidad no quiere a nadie. Y en realidad, nadie quiere a Reyna, por eso lastima a Oso quien sufre y quien inclusive ha provocado fuertes problemas con la gente que al lugar acude, como aquella vez que le sacaron una pistola: y ahí estaba Oso con su descomunal disfraz de peluche barato con un baberito que lo hacía verse todavía más pendejo, pidiendo de rodillas por su vida frente a este narquillo serrano que le tenía la pistola en la máscara, mientras se escuchaban sus súplicas desesperadas desde el interior con una especie de reverberación todavía más estúpida.

La vida, a pesar de todo, era soportable hasta aquella noche que cambió el rumbo de la historia con la llegada de un padrotillo nuevo al recinto. Literalmente padrotillo. Enano. De esos cabezones y sambos. Venía del gabacho, tenía tremenda troca que manejaba sentado en cojines y unas botas con adaptaciones especiales para alcanzar los pedales. Usaba camisetas tipo cowboy pero con esta tela brillantísima que destella cada vez que el cuerpo se mueve, con guitarras y gallos bordados con hilos de colores en ambos lados del pecho. Un arco de plata en el diente. Una terrible adicción a la heroína que se había traido del primer mundo y que le ayudaba con sus complejos, que le daba toda la falsa seguridad y la prepotencia como el escudo que en verdad necesitaba. Hablaba mucho, así que no tardó en hacerse amigo de Oso. Ya saben, entre «outsiders» se identifican.

El enano se hacía llamar Allen, pero la A la pronunciaba siempre al presentarse como una burda mezcla de una a y una e, y la ll la pronunciaba poquito, como arrastrándola, y en la n invariablemente levantaba la punta de la lengua… pues a Allen le gustaban las putas sucias, crakeras también ya que ese cotorreo le estimulaba terríblemente el líbido: bazuquear y coger, mamar y bazuquear, bazuquear y ser mamado.
Tenía una camioneta con caseta. Suntuosa y terriblemente pretensiosa también. Tal vez más folclórica que sus camisetas y sus pantalones vaqueros entallados. Tenía en el vidrio trasero una colección de peculiares calcomanías, todas relacionadas con el hobbie de la pesca: black bass decía una, i would rather to be fishing, decía otra, proud father of a bass champion, and he also runs a company!, rezaba una tercera. Pero las más eran de peces: una tilapia, un fiero salmón, la trucha en su mítico arco fuera del agua. Los rines eran dorados. El vidrio tenía polaizado de espejo. Había luz morada bajo el chasis por las noches, y unos estribos grandes, rudos, para trepar con más facilidad debido a sus limitaciones. Adentro tenía un cristal de purificación oriental colgando en el retrovisor adornado por una calcomanía chiquita de la bandera gringa, y una bola en la palanca de velocidades como las que aquí hay de Jesucristo o del cangrejito de Acapulco, pero la de él de Palo Alto, en Cahleforñea, con el efecto de las madrecitas blancas que flotan cuando se mueve simulando una suave brisna de copos de nieve. Y bajo la palanca, una consola de vinil tinto obscuro, casi tan grande como el tablero y con gabetillas, compartimentos, portabasos y todo tipo de organizadores para prácticamente cualquier cosa, sostenía las dos puertas en las que colgaba el odorizante debainillo catrín, que delataba a Allen quien inconsientemente sacaba a relucir el cobre. Y esque sólo los taxistas y los camioneros, ambos hijos del pueblo y de las clases populares, tienen odorisantes del bainillo catrín o de la chica fresa.

Este payaso importado sin la más mínima identidad o sentido del arraigo podría haber sido soportable de no ser por lo que le hizo a Oso. A nuestro Oso. Porque ya con el tiempo, ya cuando uno habla de esas cosas, nos damos cuenta de que en verdad siempre fue parte de nosotros. Que su presencia le ponía un toque especial a las noches de ritmos tropicosos. Que era parte de nosotros hasta esa noche, que era como cualquier otra, pero que le rompió su madre al Oso.
Él y Allen se encontraron en la mesa de siempre. El enano tomó bacardí y Oso como siempre tomó vodka mexicano. A Allen siempre le gustaba marcar una diferencia. Tal vez fuera por compensar diferencias más evidentes que le habían marcado en lo más profundo de su alma.

Ese día había sido especialmente duro para Oso, estaba triste, débil, frágil, se había puesto a llorar y de plano se sacaba la máscara de vez en cuando porque entre los mocos acuosos y el mar de sus lágrimas, en momentos sentía asfixiarse. Se sentá tembloroso, como aquel día que el narquillo lo amenazó de muerte y lo obligó a que se quitara su máscara de oso para que le besara la mugrita entre los dedos del pie. Oso tenía la necesidad de ser escuchado, se sentía muy solo. Eso lo hizo más vulnerable a la mierda del enano tal vez. Esa noche Allen había llevado a dos putas también viciosas, así que al verlo tan triste se las presentó al Oso que ya que había acabado con la caja semanal de ocho botellas de vodka mexicano y que ahora tomaba a pico de botella ron bacardí blanco. Lo vio tan ebrio que le invitó a ir a su camioneta, a relajarse.., con las chicas, claro. – If yuhaf de mony, yuhaf de hony-, dijo en el más burdo y estúpido de los intentos por parexer de mundo, y entonces soltó una carcajada asquerosa dejando al descubierto su dentadura postiza.
Las muchachas ayudaron a que Oso se levantara de su lugar y caminara hasta que se subieron los cuatro a la camioneta. En su consola gigantesca Allen guardaba toda su parafernalia para la heroína. Decía arrogante que esa era una droga con estilo, y la verdad esque la frase la había escuchado por mera coincidencia del destino en una película, pero se sintió tan identificado que desde entonces la había incorporado como una idea rectora de su propia percepción. Ahí guardaba la jeringa de cristal y las agujas.

Oso estaba muy borracho. Y muy triste. Nunca se había picado. Las chicas sacaron unas piedritas de base envueltas en plastico de bolsa de Gigante y comenzaron a fumar en una antena de coche. Ellas aún conservaban sus dentaduras originales, pero eran amarillas, y sus bocas estaban arrugadas de tanto quemarlas con la puta antena de carro. Mientras Allen preparaba… un chot, decía ufano sin poder evitar que se le hinchara el malformado pechito lampiño que dejaba ver con su camisa desabotonada hasta el plexo solar. Escuchaban a Selena y Allen decía que ella era grande, que dios la tuviera en su santa gloria y que ese infeliz aborto de yolanda saldivar ojalá perdiera la salvación eterna por habérnosla quitado de este mundo.
No hubo más preambulo. Allen primero inyectó a una de las chicas en el brazo. Luego a la otra. En el brazo también. Ambas se desvanecieron. Tal vez haya sido la mezcla con el alcohol o talvez alguna otra mierda, la debilidad por no comer o por haber estado chemeando todo el día. Oso no lo pensó mucho. Se levantó su piel de peluche barato, mugroso y con quemaduras de cigarro. Se dejó amarrar un hule amarillento y resquebrajado. Se dejó inyectar. Y en realidad el vicio pues no fue lo peor… total, a fin de cuentas los viciosos aprender a vivir con sus necesidades, y a final de cuentas todos somos viciosos.

El problema fueron las putas de Allen. Ambas eran portadoras del VIH y lo sabían, y no les importó. Las dos tenían evidentes marcas en todo el cuerpo. Pero a cambio de amor podían obtener lo que ellas necesitaban. Y alguien como Allen las necesitaba también para poder sostener la imagen que tenía de sí. La que se inyectó con la misma jeringa con la que después inyectaron al Oso es portadora, pero no se le desarrolla el virus. Putas corriosas… sin embargo el Oso fue presa fácil, carne blanda. Sentimental, frágil, pronto perdió las defensas. Lo mató una pulmonía. El día de su velorio estuvimos ahí todos presentes, los viejos bailadores del salón y las ficheras, el vendedor del vodka mexicano, el pequeño insensible y su madre fácil, los proveedores del vodka, el enano y el padrote. Entonces, cuando iban ya bajando el ataud con la máscara de oso colocada encima, yo le tapé los ojos al pequeño… total, no había ninguna necesidad de que viera el espectáculo.

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Un jardín para la parte trasera de la cabeza de cualquier jóven con inquietudes

La imagen de los jardines siempre me ha traído a la memoria los pasajes húmedos de mi vida… los de menos claridad y los que me he reinventado para no pasar nuevamente por ellos tal y como en realidad fueron. Como en esa obscuridad espesa en la que he construido mis propios recuerdos. Un jardín entre lozas enlamadas y ladrillos metálicos infranqueables; y el poder de decidir quién entra en este lugar… solo eso tengo, la capacidad de decidir sobre mi jardín, mi mundito feliz y secreto que aunque las más de las veces es como un laberinto en el que se pierde la identidad, retorcido en fondo más que en forma, es el único lugar en el que puedo estar a salvo.

Es un jardín extenso, imposible de abarcar con la vista que transcurre en un solo tiempo. Y entonces puedo treparme a las puntas de los árboles de follaje azul aunque en realidad nunca haya sido bueno para trepar: tantas geografías como edades que desde pequeño quise marcar en periodos, separadas por acontecimientos y condiciones. Gente de otros planetas baja aquí desde entonces y siempre, para proyectar sus historias sobre paredes calcinas con huesos humanos enterrados… he pensado que tal vez yo mismo podría ser uno de los vampiros tontos que quedaron atrapados en ellos mismos y que se alimenta de los demás para prolongar una existencia que no existe, para ratificar una naturaleza depredadora más que violenta, y es que todos nacemos con alguna predisposición y una cruz… y la mía es la autodestrucción, porque el mundo y mi jardín están sucios nuevamente. Se asoma y me habla del frío de la navaja… verdaderamente seductora.

Y seductores los árboles de mi jardín. Siempre me llamaron a voces quedas imperceptibles para nadie más. De niño el sexo estaba colgado en cada uno de los árboles: películas pornográficas escondidas en el librero de papá, revistas bajo mi cama y motivos inacabables en los dejaba nacer el retoño de este inocente morbo que ya venía de naturaleza: una maestra agachándose por el gis que había caído de su mano y mostrando el escote de su sostén negro talla treinticuatro copa c, unos pezones que siempre quise imaginar rosas y nada del vello púvico que me daba asco.

El sexo lo conocí a los cuatro años. Mis vecinitas, más grandes que yo, me enseñaron juegos en los que yo era el papá o el doctor. Mis primeros espacios comunes mientras ellas hacían de mamá o la paciente. Mis primeros roces íntimos con dos niñas en la azotea de unos departamentos clasemedieros con ausencia de vello púbico y las historias de unos abuelos calientes que servían como material de aprendizaje para aquellos infantes degenerados que se escurrían en un mundo tan incomprensible entonces. Y ahora que estos hechos regresan a mi memoria tanto tiempo después, debo confesar que en realidad ni entonces ni ahora comprendo cual era el sentido final de aquello, un juego en el que no habría podido experimentar nisiquiera una erección. Y desde entonces, tal vez desde mucho antes, mi vida estuvo especialmente marcada por lo prohibido: por lo que no se debe. Arboles prohibidos en mi jardín, elementos vivos que me fueron vedados por motivos tan incomprensibles para un pequeño que aun asistía a preescolar.

Ya desde entonces imaginaba que le cortaba el vello vaginal a mi maestra de kinder; a la misma mujer que me enseñó a contar hasta el cien. Aunque seguramente se lo tendría bien merecido por hacerme sufrir de la forma tan insana en la que se deleitaba. Y esque mi eterna obstinación por hacer lo que no se debe me hacía sentir ya desde entonces un placer natural que marcaba mis actos, y en ese entonces hacía lo más malo y feo que un niño de esa edad y condición podía hacer: todos mis diálogos e interacciones con los compañeritos las acompañaba de una sarta impresionante de insultos y palabras altisonantes, humillaciones y burlas, y entonces, sin importarles un pito que fuera el pequeño más inteligente de la clase me amenazaban provocando tanto miedo sicológico como podían. Su sentencia: labarían mi boca con jabón; y yo aterrado como a quien han arrojado a su propia muerte pedía compasión y juraba nunca más cometer la misma falta y enmendar mi error, porque además tenía todos los argumentos del mundo adulto bien comprendidos y jugaba con sus términos y sus ritos. Y creo que todo esto sirvió de algo, porque nunca sentí el sabor de la sustancia asquerosa y jabonosa quemándome la garganta y las entrañas y los dientes y la lengua, una espuma que seguramente me dejaría mudo como a quien le comían la lengua los ratones por ser malos…
y yo entonces todo de negro.

Si hacer lo que no se debe es malo, si creer que no exista algo que deba ser corrompe, entonces soy el mismísimo Satanás, juzgado y condenado, pero en realidad tan inocente y puro como el más bello de los ángeles.

                                                                         y esque entiéndanme… soy una víctima generacional.
Los árboles prohibidos se tornaron cada vez más llamativos y seductores, me salían al encuentro en cada esquina con mi bicicleta entre las piernas. La soledad siempre acompañó a los malos pensamientos. Solo y con la cabeza llena de proyectos para pecar. Solo buscando terrenos baldíos y construcciones sin terminar. Solo atrapando ajolotes y formando mis propios criaderos de sapos. Solo con una máquina del tiempo que me trastornaba y me transformaba llevándome al lado de dragones de cristal y hechiceros obscuros, y todo lo que salía desde entonces de mi jardín así era, con un tono de gris… de apagado. Yo guerrero en corcel de tubo de aluminio contra la obscuridad de un mundo obscurecido, yo mirando atardeceres sobre una central de electricidad que convertía en fortaleza, castillo y pirámide, Mazada armada en lanzas esperando por los romanos, yo contagiado por lo errabundo y estepario como un pequeño lobito de Hesse corriendo por las calles sin cruzar avenidas, yo en mi jardín entre árboles altos y maravillosos, árboles de sexo y cigarros que robaba del cajón de papá, árboles que no debía tocar y de los que nunca más me alejé… ¡por diós!

Después vino el árbol de los idiotizantes. Primero el alcohol, cualquier cosa que se pudiera robar de casa; y cuando había dinero, lo más barato que se pudiera comprar clandestinamente en la vinatería sobornando al tendero. Y después el árbol en donde se daba el pelo largo, símbolo de rebeldía y popularidad asegurada entre las niñas que conocía a la salida de una secundaria fascista en donde se promovía la homosexualidad. Un árbol también vedado por mi condición varonil. –y esque entiende, el pelo largo es para las viejas-. Y la puta frase que me era recordada cada mes cuando había que ir al peluquero, y yo aferrado a la idea de una imagen estereotipada pidiendo tan solo un poquito de aceptación. –No me vengas con mamadas, tú eres hombre no payaso. Y yo que quiero ser payaso y nadie me preguntó, tener el pelo largo hasta las nalgas como las marías, largo y descuidado, alborotado y seboso como mariguano, orzueloso y reseco, enmarañado, piojoso, mugroso, pelo de vieja, pelo de verga, pelo de joto ¡tú eres hombre, no un puto, pinche filósofo de cafetín!!

En mis sueños, mi cabellera era como la de una tigresa, mujer fatal de pelos cardados y base permanente, rubio excitante y negro pasional, largo tan largo que la misma Rapunsel y Daniela Romo en sus tiempos de shampoo envidiarían.

 

Entre los árboles de mi jardín, los que ya estaban y los que yo mismo había plantado, también crecían otros que estaban ahí sin mi permiso, sin que yo los hubiera solicitado y sin mi interés si quiera. Injertados por la fuerza, me crecieron el árbol de un dios que nunca conocí y el árbol de la moral y el de las buenas costumbres, el del comportamiento honorable y el de la rectitud, el de la prohibición y las represalias: uno más fétido que brillaba como un gen eterno de muerte, como una naturaleza obstinada en degenerarse a sí misma… y ahí estábamos todos adentro, metidos en su interior como en el útero de la madre. Fue lo que sembraron todos ustedes padres y maestros, sacerdotes y todo tipo de rectores, gente de la calle que no conozco y mucho menos les interesa conocerme, guías espirituales y más de algún familiar, amigos torcidos, policías y agentes de tránsito corruptos, entrenadores deportivos y guachos y el hijo de puta de tu padre. Todos tan ignorantes y prepotentes pensando en sus ideas como verdades, como la regla universal con la que todo se mide, deshechos acomplejados que nunca pudieron ser.

Siempre he querido derribar esos árboles

sólo espero encontrar algún día una sierra tan potente

que pueda cortarlos de un tajo

que chapeé todo de sangre
                                                                     y esparza trozos de su carne en todas direcciones.

                                                           Que todo me huela a su muerte.

Y entonces conocí el árbol de la mariguana, hermoso y fecundo aliento de los dioses, divino calmante que me ayuda a vivir. Porque mi encuentro con el cáñamo de la india fue determinante, fue esa otra parte que me habita y que había encontrado una ventana. El pase inmediato para los más divertidos juegos neuronales dando vueltas por horas y horas a las mismas ideas: entretenimiento en vidas paralelas refrescantes. El árbol paradisiaco fue la entrada a un extenso valle de lágrimas inmisericordes en donde se involucrarían también un popote y un papelito doblado en la cajetilla de cigarros, focos y pipas de vidrio, niños de la lluvia crecidos sobre mierda de baca, medicamento siquiátrico, efexor, tafil y tegretol, valium del cajón de mamá, ácidos en gota y en papel, éxtasis, más pastillas, codeína y metadona por influencia publicitaria, finalmente el arpón. Intravenous illuminae. Todos excitantes recluidos y presentes solo en terrenos baldíos como éste en el que vivo, solares baldíos de amor, y al que he convertido en mi jardín. Porque sólo aquí se permite compensar así las carencias de todos sus jardines, en las partes traseras o delanteras de sus seguros y cómodos hogares. Tan tristes y decentes, otras rodeadas por uno completamente aburrido y plano, absurdo y antipático y asco, asco, mil veces asco. Un negro francés diciendo: son la peor raza.

Mi vida está minimizada a mierda para abonar sus jardines. Yo los riego y los cuido, les meto cizaña. Vuelo por las noches y entro en sus habitaciones, lamo los cuerpos de sus hijas y eyaculo sobre sus paredes pintando blasfemias con mierda.
                                                                                                            ¡Ai páramo desolado!

Me fuiste confinado para habitarte y es por eso que cuando todo se acumula vuelvo aquí, escapo a las partes más escondidas de mi jardín en donde ya no hay más árboles,

ni buenos ni malos

ni inductivos ni deductivos,

ni progresistas ni retrógradas,

ni rebeldes, ni sumisos…

en los rincones de mi jardín
                                                   el cielo ya no existe
                                                                                                      se muere y se derrama lejos.

Todo es nada y a fin de cuentas, un invento del cual cada uno saca sus propias conclusiones, una mala puesta en escena que llegamos a encarnar con tal fulgor, para dar sentido a estas pobres, risibles… existencias.

Cómodamente puedo aquí acurrucarme en un lecho de yerba fresca y olorosa. Grito y no hay sonido. No hay nada nuevamente. Una noche azul y plana cubre ese espacio, sola, porque sólo existe la verdadera belleza, pura y total en lo desquiciante del vacío y su caos. Sólo estoy solo y no hay nadie que pueda penetrar hasta aquí. Ese es mi poder y lo voy a seguir ejerciendo para defenderme de los gusanos una vez más, cuando sea cadáver putrefacto y quieran devorarme. Los voy a maldecir y voy a seguir huyendo de ellos para regresar aquí, en donde nadie más tiene cabida: yo.
Cómodamente puedo aquí aislarme y respirar. Profundamente. Una dos tres cuatro cinco veces, cinco respiraciones para llenarme de valor y enfrentar la vida plenamente, con la vista siempre de frente.

 

Uno

dos

tres

cuatro

cinco!                               Cinco dedos en la mano.
                                              Cinco dedos para asirme con fuerza al mundo……

y vivirlo a fondo, con todo, absolutamente entregado a la experiencia de existir.

 
¿Cinco?
                                                                               ¡ CUATRO !

                                   CUATRO                                                            cuatro dedos en la mano

                    el quinto dedo está tirado ahora en el piso sobre un basto charco de sangre negra

                                          el quinto dedo sin el cual he perdido mi capacidad prensil

                                         el quinto dedo que ahora no tengo y cuya herida me vacía…

tal y como tú                                                                                                        y el escenario que nos rodea.